19 abril, 2024
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La calidad del aire en espacios cerrados: una clave para la salud y el bienestar

La pandemia del Coronavirus ha sido y es todavía hoy una circunstancia que ha afectado al mundo entero, y que ha llevado por lo tanto a multiplicar desde todo punto de vista los esfuerzos para dominarla. Un aspecto fundamental que se ha buscado en este sentido es definir las formas de contagio para contar con mejores mecanismos para combatirla.

Todos seguramente recordamos cómo, durante los primeros tiempos de la aparición del Covid en 2020, el desconocimiento en ese primer momento de los mecanismos reales de contagio hacía que tuviéramos en muchos casos actitudes rayanas en la obsesión. Afortunadamente hoy se conoce más puntualmente la forma habitual de contagio, que se produce ni más ni menos que a través del aire que respiramos. Así las partículas que una persona emite cuando habla, canta, o particularmente si estornuda o tose, son las que contagian. Incluso una investigación reciente realizada en Japón, precisó que las microgotas emitidas en una simple conversación –ya ni siquiera una emisión violenta del aire como un estornudo- permanecen en el aire por un tiempo de hasta 20 minutos, y como transportan virus, pueden ser de hecho una fuente de propagación del Covid. Estas partículas son imperceptibles a simple vista, ya que miden una centésima parte de un milímetro. De allí entonces la importancia de tomar los cuidados necesarios para evitar eso, y entre ellos la necesidad de cuidar fundamentalmente la calidad del aire que se respira. Esta idea no es nueva podrá decirse, pero sí lo es la precisión con que hoy en día se conocen estas formas de propagación del contagio, que lo es del Covid pero puede ser también de otras enfermedades como la gripe simple o la neumonía, entre otras.

Para esto la ventilación de los ambientes es primordial, y se hace imprescindible en el momento actual en los ambientes que alojan a muchas personas, como son las oficinas, los sanatorios y hospitales, también los teatros y otras dependencias que guardan estas características. Y en este sentido es válido recordar que un indicador de la calidad del aire es el dióxido de carbono (CO2). De modo que la medición del dióxido de carbono indica el índice de ventilación de un ambiente. En un ambiente exterior, el nivel promedio de CO2 es de 400/420 partes por millón (ppm). En espacios cerrados en cambio, cuando esa concentración llega a las 800 ppm., por lo anteriormente dicho puede considerarse que el ambiente brinda condiciones para los contagios de enfermedades. Por encima de los 1200 ppm. ya es peligroso en ese sentido, y en una oficina se puede llegar a 2000 ppm. Dicho en otras palabras, ambiente mal ventilado equivale a propensión para la propagación de enfermedades.

Lo señalado hasta aquí permite comprender la importancia que puede tener la medición de la calidad del aire que se respira, por ejemplo en un ámbito de trabajo o en cualquier espacio donde se concentre una cantidad de personas. La medición de la calidad del aire permite mantener un control que es muy importante, vale repetirlo, sobre la propagación de enfermedades que se transmiten por la respiración. Pero también tiene otras ventajas. Por ejemplo un estudio realizado en Harvard en 2016 demostró que la calidad del aire incide sobre la productividad de los empleados en una oficina. En tal caso el rendimiento aumentó en un 43% en un ambiente con buena ventilación Lo mismo pudo señalarse en relación al rendimiento de estudiantes en universidades y escuelas. Y en otro tipo de actividades desplegadas en espacios grandes, como es la de los shoppings y supermercados, también una investigación realizada en Milán pudo comprobar que en un ambiente con buena ventilación el tiempo de estadía de los clientes aumenta, por lo que aumentan también las ventas. Es decir, con una buena ventilación se protege la salud principalmente, pero también hay otras ventajas adicionales.

Sensores especialmente diseñados

Ahora bien ¿cómo controlar la calidad de la ventilación, es decir cómo medir y hacer que haya niveles correctos de CO2? Hoy en día esto puede realizarse simplemente con unos pequeños aparatos especialmente diseñados por LPGE. Esta es una empresa que se dedica a la fabricación e instalación de sensores de dióxido de carbono y recambio automático de aire.

La empresa ha desarrollado con esos sensores -que son livianos y de pequeño tamaño, y que ellos mismos instalan- una tecnología que incluye software, y que conectado a los sensores inalámbricos, cada 3 minutos mide la concentración de CO2 en el aire, y en caso de encontrar niveles de concentración elevados activa el sistema de ventilación controlando así la renovación del aire. Además la información se almacena en una base de datos siendo accesible por el usuario del sistema desde cualquier dispositivo, incluso desde celulares. Dicho en otros términos, esto sigue así la siguiente secuencia: los sensores miden la concentración de CO2 y transmiten el dato; la base procesa la información y la transmite a la nube, desde donde, según la configuración y los datos se emiten órdenes para la renovación del aire. A su vez el usuario puede monitorear en forma remota la información, mientras que el sistema se autoregula mediante la renovación del aire (ver esquema en esta misma página).

Las ventajas de este pequeño dispositivo con el software que lo regula son indudables. Pueden así controlar y renovar el aire en ambientes en el que conviven o trabajan grupos de personas con diferentes actividades, como oficinas, comercios, hoteles, shoppings, y hasta salas de cine o teatro, como ya está ocurriendo con teatros de la Ciudad como el de la Ribera, el Samiento o el Regio, para señalar solo algunos de los espacios que ya implementaron esta tecnología.

Mayor información: www.lpge.com.ar. Para solicitar una visita de evaluación sin cargo, comunicarse con el 11 5625 4676 u 11 6840 4100.