27 julio, 2024
En Retiro

De tranvías, faroles y canillas

El Retiro de Ayer

Por Josefina del Solar

 

Junto con las transformaciones urbanísticas, la forma de vida de los habitantes de Buenos Aires experimentó una serie de cambios muy importantes a partir de la segunda mitad del siglo diecinueve, en lo que tuvo mucho que ver la posibilidad de contar con lo que hoy llamaríamos servicios públicos. Y en tal sentido debemos señalar que algunos de ellos estuvieron vinculados en sus orígenes a nuestro inagotable Retiro.

Lo primero es lo referido al transporte urbano, que experimentó una verdadera revolución en el mundo de la que no podía quedar al margen una Buenos Aires que crecía aceleradamente. Y en ese sentido el hoy casi olvidado tranvía representaba lo más avanzado que podía darse por aquella época.

Una de las primeras líneas de tranvías a caballo iba desde la Aduana hasta la primitiva estación Retiro.

En su etapa inicial los tramways –así llamados por entonces denotando el origen inglés de las primitivas compañías- funcionaban tirados por caballos. Las primeras líneas se instalaron en Buenos Aires a fines de los años cincuenta de aquella centuria, dando origen sin embargo a muchas controversias entre los vecinos de la Ciudad, ya que si bien algunos apoyaban el nuevo medio de transporte, una buena parte se negaba a admitirlo, con variados argumentos. Los más comunes eran que con la instalación de estos vehículos no se iba a poder andar por la calle sin riesgo para la vida por su elevada velocidad, que se desvalorizarían las tierras y propiedades frente a las cuales pasara algún tranvía, que el ruido atacaría los nervios de las personas, y hasta llegó a argumentarse que las casas se derrumbarían ante su paso. Atendiendo al primero de estos cuestionamientos, en 1868 el Poder Ejecutivo dispuso que los tranvías debían circular precedidos por un pregonero a caballo que anunciara su llegada, para de ese modo, prevenir accidentes. El caso es que una de las primeras de estas líneas de transporte que se instaló corría por el Paseo de Julio -actual Leandro N. Alem- desde la Aduana, cerca de la Plaza de Mayo, hasta lo que sería la primitiva estación Retiro, que estaba ubicada en lo que es hoy Av. del Libertador y Ramos Mejía. En este punto podemos recordar que la zona del Retiro, en sus primeras épocas estaba alejada del centro de la Ciudad. El nuevo sistema de transporte entonces habría de acercar considerablemente esa distancia haciéndola más accesible, lo que contribuyó también a su transformación.

Otro aspecto importante a destacar entre los nuevos servicios urbanos es el del alumbrado público. Desde la época de Rosas la iluminación de las calles en Buenos Aires se hacía con faroles a aceite, lo que comienza a cambiar cuando en 1856 se instala la primera usina o Fábrica de Gas en el predio en que hoy se encuentra la Torre de los Ingleses. Al año siguiente se procede a la inauguración del sistema de alumbrado público a gas, que no va a ser todavía general para toda la Ciudad sino limitado a un sector reducido del centro. Luego van a instalarse otras usinas, extendiéndose el servicio a tal punto que en 1887 pueden contarse más de 5.000 faroles de este tipo en las calles. Pero en su carácter de pionera la Fábrica de Gas del Retiro quedó como un emblema del progreso arrollador de Buenos Aires por esos años. Funcionó en ese predio durante más de cincuenta años, hasta que en 1909 la Municipalidad de Buenos Aires se hizo cargo del terreno, que se transformó luego en la Plaza Britania.

De todos modos la iluminación pública va a experimentar años después una nueva transformación. Hacia 1879 Tomás A. Edison elabora en Estados Unidos la primera lamparilla eléctrica, y a comienzos de los ’80 se dan las primeras experiencias de alumbrado público por medio de la electricidad en ciudades como Nueva York o París. Buenos Aires no se va a quedar atrás, y muy pronto se van a realizar también aquí experimentos a fin de utilizar la nueva técnica de iluminación. Uno de los primeros experimentos en ese sentido se realiza en 1886 en el “Panorama de Retiro”, un lugar de entretenimiento en el que se hacían juegos de luces, ubicado en un sector de la actual Plaza San Martín. Según parece el resultado del ensayo fue satisfactorio, puesto que alguna crónica periodística reflejó al día siguiente que con el nuevo sistema podía verse “casi como de día”. También en la zona se hizo una experiencia importante de iluminación de un edificio, como fue la realizada en 1888 en el Hotel de Inmigrantes. Podemos llegar a imaginarnos la admiración y al mismo tiempo la satisfacción que producirían en los habitantes de Buenos Aires todas esas novedades y las posibilidades que el progreso ponía a su alcance, puesto que entre otras cosas la mejora en la iluminación de las calles trajo también una mayor seguridad para los porteños, y con ello la posibilidad de salir de sus casas en horas de la noche.

Por último, en esta breve reseña sobre los servicios públicos y el Retiro debemos consignar algo referido a las aguas corrientes. Digamos que por aquellos años la provisión de agua para la Ciudad era un viejo problema a resolver. Durante mucho tiempo la tarea la realizaban los aguateros, que con sus carros vendían a los vecinos el agua que se extraía del Río de la Plata. Pero es obvio que ya en el período que estamos tratando y con el crecimiento de la Ciudad, este sistema se hizo totalmente insuficiente. Para solucionar el tema hubo varios proyectos, pero el verdadero impulso para la instalación de aguas corrientes vino de las terribles epidemias de cólera (1867/68) y de fiebre amarilla (1871) que asolaron Buenos Aires dejando muchas víctimas. En principio no se sabía cuál era el origen de estas terribles epidemias, pero cuando se pudo saber que la contaminación del agua tenía un papel muy importante en su propagación, se hizo más necesaria que nunca la instalación de un sistema de aguas corrientes. Se hicieron entonces los estudios relativos a las necesidades estructurales de la obra y a los diversos problemas que ésta implicaría, uno de los cuales consistía en encontrar el lugar adecuado para la extracción del agua. El lugar de la toma se instaló finalmente en el Retiro, frente a la fábrica de Gas. Posteriormente se instalan tomas en otros lugares de la Ciudad, por ejemplo en La Boca, hasta que se optó por ubicar la toma directa en otro lugar más hacia el norte, con lo que Retiro queda desvinculado del tema. De todas maneras la disponibilidad de espacios y su cercanía con el Río de la Plata habían permitido que este servicio público esencial estuviera ligado en sus comienzos con esta zona de la Ciudad.

 

Foto de Arriba: La Usina de Gas de Retiro fue durante años un símbolo del progreso.