27 julio, 2024
Arte

Mitología & Arte Por Marcela Davidson

Daphne, Laurel latiendo

 

Hay un sonido simbólico en la coloratura acuática de la mitología griega. Océanos, mares, arroyos, ríos, lagos, poseen su propia música. También los árboles y las montañas animan musicalmente el espíritu creador de mitos.

Cada sonido de la naturaleza es percibido para dar origen a una deidad. La naturaleza fue inspiración para elevar la vida y crear a las ninfas. Daphne fue una ninfa. Las ninfas eran en la mitología criaturas femeninas, deidades que habitaron bosques, mares, océanos y aguas dulces. Hubo ninfas que se transformaron en árboles. Así, Daphne le dio origen al laurel. Daphne fue transformada en laurel, árbol perenne del Mediterráneo, dotado de hojas azuladas que coronarían las cabezas de los héroes de guerra.  Y en  las cocinas, el aroma a laurel tendría reminiscencia mitológica hasta nuestros días. Hay historia en los condimentos gastronómicos, como es el caso del mito sobre Daphne. 

Apolo, dios del sol, reunía entre sus distintos atributos la condición de arquero. Los dioses griegos eran representados con características humanas. Además de la idealización anatómica, las emociones humanas también se manifestaban. Eros o Cupido para los romanos era el joven aniñado y alado, qué se jactaba de ser el mejor arquero entre los dioses. Apolo no coincidía con Eros, quien doblegaba el destino de dioses, mortales y humanos induciéndolos a amar con unilateralidad. Desde el instante en que su flecha era disparada, el destino cambiaba para su víctima. 

Apolo en cierta ocasión criticó la destreza de Eros. La ofensa superlativa, provocó la venganza del dios del amor. Afrodita, madre de Eros, le había obsequiado a su hijo dos clases de flechas para que practicara el deporte. Las de punta de oro provocaban el enamoramiento instantáneo, amor obsesivo por el primer ser que se le cruzara al herido.

Contrariamente, quien fuera alcanzado por la flecha con punta de plomo, sería invadido por un fóbico rechazo.

Eros ofendido por ser desvalorizado por Apolo se dispuso a vengarse. Irrumpió en las vidas de Apolo y la Ninfa Daphne. ¿Cambió su destino o les determinó el destino? 

Hubo un flechazo con punta de oro para Apolo y otro con punta de plomo para Daphne. Obsesión para  Apolo y fobia en Daphne. Estas dos patologías provocaron una persecución por parte de Apolo. Huyendo desesperadamente y deseando morir antes de ser poseída por Apolo, la ninfa Daphne a orillas del río Ladón, suplicó el auxilio de su padre. En la mitología grecolatina, algunos ríos eran padre de las ninfas. 

Sin otra solución el Río Ladón transformó a su hija Daphne en árbol de Laurel. Apolo llega a alcanzar a su amada mientras los  dedos de Daphne se hacen ramas y hojas. 

Gian Lorenzo Bernini ( 1598/1680) realizó en mármol la metamorfosis de Daphne.entre cuerpo y árbol. Esta escultura barroca logra demostrar las dos emociones opuestas. Apolo, en su obsesivo amor, con actitud de sobriedad y autocontrol sujetando a una ninfa desesperada por entregar su vida a la transformación antes de ser poseída. Su corazón palpitando quedaría en el interior del tronco grisáceo.

Apolo rindió culto a su amor haciendo con ramas y hojas una corona de laurel. Simbólica ornamentación para sí. Daphne había obtenido la liberación al fusionarse con la naturaleza. 

Así cómo un árbol de laurel es heredero de un mito que le dio origen, la naturaleza sigue sorprendiendo en su continuo misterio de producción y sonidos, colores, sabores y aromas. La naturaleza fue  un medioambiente para las ninfas. Nosotros buscamos alivio en un río o un árbol. Los mitos en su lenguaje simbólico nos demuestran que la naturaleza es refugio. La transformación es simbólica. Buscar auxilio en la naturaleza nos permite seguir latiendo. 

 

FOTO: Gian Lorenzo Bernini: Apolo y Daphne.