20 abril, 2024
Arte

Lo determinado y lo indeterminable 

Arte para Pensar                       

Por Marcela Davidson

Atravesar la experiencia artística es entrar en contacto con aquello determinado y al mismo tiempo percibir lo indeterminado. 

Al mencionar la obra de arte estoy en el plano de aquello que el artista ha determinado, el corpus artístico. Sin embargo hay un aspecto indeterminado que es inherente a la obra de arte, capaz de evocar el mismo misterio de la Creación. Misterio que pone al espectador ante su propia naturaleza trascendental. Parafraseando a Baruch Spinoza, perseverar en su ser es el impulso, el conatus con el que un artista es la propia proyección en su creación. Alterar la obra de arte bajo los artificios, por parte por ejemplo de un regisseur del siglo XXI, significaría traicionar al artista. La paradoja que se plantea en la sociedad actual es la doble vivencia de aquello determinante e indeterminado. La consecuencia es un cambio de Era en el que cada aspecto y valor social está siendo drásticamente transformado. Así cada día nos aproximamos a la certeza de que el modo virtual y la inteligencia informática son el nuevo poder dominante para la sociedad global. 

Pero volvamos al arte. Cuando un autor creó héroes en su obra, ese espíritu no debiera ser corrompido en una tendenciosa adaptación. A la sociedad se la estafa cuando le cambian el sentido a la obra de arte concebida por su creador. Actualmente los heroicos personajes escritos en los libretos de las óperas están siendo interpretados por entidades a las que tampoco se las respeta. Queda expuesta la ridiculez al trastocar un libreto y manifestar en su lugar cuestiones personales de género. La tendencia a utilizarlos como marionetas circenses o transformar la puesta en escena de una ópera en un muestrario de grotescas máscaras carnavalescas que intentan personificar a los personajes, por ejemplo de Richard Wagner o Giuseppe Verdi, es un doble acto criminal. Las entidades de género distorsionadas se denigran a sí mismas. Trastocando la intención del creador pasan a representar una coreografía que los desvaloriza en el interior de su propio entorno. Focalicemos en el Arte, Universo de música, literatura, pintura y sistemas de expresión que la historia social ha ido forjando. Aquí podemos recuperar y establecer contacto con el lado humanista de la sociedad. Hay siempre que recurrir a los buenos maestros de música, arte, literatura, para empezar a transitar un espacio de certezas. El conocimiento sin la emoción humanizada, sólo tiene un efecto informativo. Hay dificultad para reconocer que sin arte y sin introspección espiritual, el ser humano histórico social se reduce a cumplir normas y restricciones. Borrar su ecceidad es paralizar a la creatividad. Hay que perseverar en cada actividad artística y espiritual. Regular la energía psicobiológica, permite estar conectados con el propio equilibrio. Focalicemos en el Arte, Universo de música, literatura, pintura y sistemas de expresión que la historia social ha ido forjando. Aquí podemos volver a establecer contacto con la intimidad humana. Recurrir a los buenos maestros de música, arte, literatura, aspirantes a la certeza original. El conocimiento sin humanidad espiritual, sólo alcanza un efecto informativo. 

Quiero concluir esta reflexión destacando el valor espiritual que posee un corpus artístico. Exclusivamente ahí se manifiesta lo determinado y lo indeterminable. Cada creador le entrega un patrimonio áurico a la sociedad. Sería importante asumir conjuntamente la responsabilidad para preservar la mayor creación humana, capaz de darle sentido a su especie.

FOTO: “Cuando un autor creó héroes en su obra, ese espíritu no debiera ser corrompido en una tendenciosa adaptación”. En la fotografía: Giuseppe Verdi.