18 abril, 2024
Sociedad

El Pequeño Cottolengo Don Orione, su actualidad 

Por Josefina del Solar

Sabíamos acerca de la Obra de Don Orione desde hace mucho tiempo, sobre todo algo esencial de ella, como lo es la existencia del Pequeño Cottolengo de la localidad de Claypole, en el Gran Buenos Aires, que fundara el sacerdote italiano y que aloja y da atención en diversos aspectos a casi 400 personas con discapacidad.  Es por eso que saltó la alarma cuando comenzó a circular la información de que ese centro, diríamos casi un símbolo de la caridad cristiana, corría el riesgo de cerrar por falta de medios para su mantenimiento.

La información que luego se hizo pública a través de la misma entidad, señalaba que la situación crítica del establecimiento se debía fundamentalmente a que desde hacía varios meses el Estado no abonaba las prestaciones que debía brindar a través del Programa Incluir Salud, lo que hacía imposible abonar los sueldos de las personas que trabajan allí, entre los que se cuentan médicos, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros y también personal administrativo y de mantenimiento. Pero más aún, se hacía muy difícil mantener en lo básico -la alimentación, la atención en salud y la provisión de diferentes elementos- a  los residentes.

Licenciada Beatriz Pérez

Recurrimos para la información más certera a la misma entidad, en la que pudimos entrevistar a la licenciada Beatriz Pérez, Coordinadora Técnica de la Obra de Don Orione en la Argentina, una profesional de gran conocimiento y experiencia en el tema de discapacidad. Tuvimos oportunidad de conversar con ella en el Centro que la Obra de Don Orione- llamada por mismo sacerdote Pequeña Obra de la Divina Providencia– tiene en la calle Carlos Pellegrini al 1400, precisamente en nuestro barrio de Retiro. Sobre esta casa señalamos simplemente que le fue donada al fundador, y que allí se ubican actualmente la capilla del Sagrado Corazón, y también un moderno auditorio en el que se realizan diversas actividades, por ejemplo una gala lírica mensual para beneficio de la Obra.

La licenciada Pérez nos recordó en primer lugar algunos datos, por ejemplo que la Obra nace en Italia fundada por Don Orione –hoy San Luis Orione, ya que fue canonizado en 2004 por el Papa Juan Pablo II-,  que luego se extiende a muchos países, y que llega a la Argentina de la mano de su fundador en 1922.

Don Orione tenía por lema “Sólo la caridad salvará al mundo”, y así, “inspirado en la obra de San Benito Cottolengo, lleva adelante esta obra para los más necesitados, los más débiles de la sociedad, para aquellos que tienen grandes dificultades para valerse por sí mismos”, nos señala. 

Don Orione vino varias veces a la Argentina, incluso residió durante un tiempo aquí. En 1935 da inicio al Pequeño Cottolengo de Claypole. “Hoy hay 13 hogares y Cottolengos en todo el país. Además de Claypole, están en Avellaneda, Mar del Plata, San Miguel, Córdoba, Rosario, Santa Fe, Itatí en Corrientes, Sáenz Peña en el Chaco, y otros más. Y en total hay más de 1300 personas integradas allí, personas con discapacidades severas y profundas, la mayoría de ellas sin familia que se pueda hacer cargo”, nos precisa la licenciada Pérez. Señala también que existe una modalidad de concurrentes; y que la Obra tiene además Centros de Día, que son centros educativos terapéuticos que pueden estar incorporados a los Hogares o Cottolengos.  Y todos tienen atención especializada, con profesionales de las distintas disciplinas: psicólogos, médicos, terapeutas. Porque -explica la licenciada Pérez- hoy en día existe un concepto diferente del que había en otras épocas acerca de la rehabilitación de personas con discapacidad.

Ante este panorama de lo que es hoy la Obra de Don Orione, que hacemos breve aquí porque es imposible abarcarla en toda su dimensión en una nota informativa, incluso en lo que implica todo lo que allí se realiza como labor de asistencia social, no resulta difícil imaginar la tarea inmensa que conlleva y no menos las dificultades que pueden originarse por la falta de recursos. “En los últimos tiempos ha habido un retraso del pago de los servicios por parte de Estado” -nos precisa la Coordinadora Técnica de la Obra, sobre el motivo esencial que nos acercara a esta entrevista- y también en las pensiones no distributivas. Lo más preocupante es no sólo el no pago de las prestaciones o servicios, sino también el hecho de que sin la pensión, la persona no puede acceder a los servicios”. Es que el programa Incluir Salud da cobertura médica y asistencial a quienes tienen pensiones no contributivas. Nos precisa la Licenciada Pérez que en el caso del Programa mencionado no se trata de subsidios, sino que hay una ley que establece la obligatoriedad de pagar los servicios de atención a estas personas. “Hubo un retraso de varios meses en el pago, lo que impedía también pagar sueldos; y como todos los que trabajan están en blanco, entonces tienen que hacer aportes que tampoco podían hacerse”, agrega.

Otro problema que señala es el de los medicamentos. “Estaba también cerrado eso, no había medicamentos ni pañales” Y en cuanto a los alimentos, dice que los proveedores tenían que entregarlos sin que pudieran pagarles, lo que por supuesto agravaba aún más la situación, ya que eso no podía prolongarse indefinidamente. “Fue muy angustiante, no teníamos dinero para lo más básico, era tan incierto todo. Sólo que tengo que reconocer que en esos momentos tuvimos sí el apoyo de pequeños aportantes, lo que ha sido muy gratificante”, dice. Y agrega: “Cuando se conoció la situación he recibido llamados de todo el  país, con gran preocupación por qué podía pasar con el Cottolengo; y hasta hubo gente que nos llevaba elementos para colaborar”.

En el plazo transcurrido entre que realizamos esta entrevista y el momento en que la estamos publicando, tenemos entendido que se han comenzado a abonar los servicios. Deseamos profundamente que se pueda normalizar la situación, porque está claro que si hay una entidad que merece atención y apoyo por parte de los recursos estatales -además de que se trata de un derecho obtenido por ley- es la Obra de Don Orione, y dentro de ella particularmente el Cottolengo, teniendo en cuenta la vulnerabilidad de quienes allí residen. Es impensable, en caso de no poderse mantener, la suerte a correr por todas estas personas que tienen allí no sólo asistencia médica o psicológica, sino fundamentalmente su único y verdadero hogar.