27 julio, 2024
En Buenos Aires

Buenos Aires desde uno de sus miradores: una visita al ACA

USINASELECTRICAS

Por Laura Brosio
Afortunadamente los porteños nunca terminamos de conocer lugares fascinantes en esta amada capital argentina. Siguiendo esta línea, el Programa Miradores de Buenos Aires, organizado por el Gobierno porteño, propone explorar Buenos Aires desde las alturas y así descubrir otra ciudad, ya que la podemos ver desde una óptica distinta, no habitual. Además de contemplar vistas esplendorosas, esta iniciativa permite rescatar construcciones representativas de diferentes estilos y épocas del desarrollo arquitectónico. La actividad es gratuita y los cupos son limitados, por lo cual hay que inscribirse a través del correo electrónico miradores_gopat@buenosaires.gob.ar.
Una de las visitas previstas en el programa, es al mirador del Automóvil Club Argentino (ACA). La entidad fue fundada en 1904 ante el crecimiento del parque automotor en el país. El edificio donde funciona su sede actual –ubicado en Av. del Libertador 1850- fue inaugurado en 1942. Un arquitecto de vanguardia de la época, Antonio Vilar, ideó esta primera construcción racionalista de la ciudad, caracterizada por su estructura cuadrada y sus líneas puras, que fue concebida para facilitar la circulación vertical del automóvil. Fue un edificio innovador en su tiempo, que significó un salto cualitativo en cuanto a diseño y funcionalidad.
En el hall central, poco a poco la gente se va sumando con sus cámaras fotográficas, y unos con otros van compartiendo los momentos vividos en otros miradores que integran el programa, como los de la Galería Güemes y el Hotel Panamericano. Reina un clima de camaradería, los veinte visitantes se intercambian mails y sacan fotos de los autos antiguos expuestos en el salón. Todos se muestran felizmente ansiosos por este nuevo e inminente “viaje” al cielo de Buenos Aires.
El mirador del ACA se encuentra en el noveno piso, donde funcionaba hasta hace unos años un emblemático restaurante. Por allí transitaron figuras deportivas de la talla de Fangio, Bonavena, Gatica, hasta personalidades internacionales como Charles De Gaulle. Actualmente no está abierto al público en general, se utiliza sólo para actividades propias de la institución. Es un espacio muy grande, con capacidad para 300 personas. No se permite el acceso a la terraza por cuestiones de seguridad.
Martín Pi De la Serra, profesor de Historia del Arte, es el encargado de guiar la visita. Durante su exposición, los visitantes se dedican a sacar fotos, extasiados frente a la vista diáfana y luminosa que nos ofrece la ciudad. Pueden observarse el estuario del Río de la Plata, el Puerto, los rascacielos de Palermo, los amplios espacios verdes aledaños, la Facultad de Derecho, los palacios de estilo francés, el edificio de Canal 7, el Barrio Parque.
Entre las torres, se destaca el Complejo Le Parc (Av. Figueroa Alcorta al 3300), compuesto por la Torre Cavia y la Torre Alcorta. La primera es uno de los puntos más altos de la ciudad con sus 173 metros y 45 pisos. Su construcción culminó en 2012. A pesar de su estructura simple, impresiona por ser una pieza monumental. También es digno de mencionarse la Torre Ocampo (Av. Del Libertador al 2200), puesto que es uno de los primeros edificios construidos en ladrillo y vidrio; fue inaugurado en 1977. Por su parte, las Torres Santours (San Martín de Tours al 2800) cuentan con la particularidad de tener el remate circular característico de las obras de su creador, el legendario arquitecto Mario Roberto Álvarez, al igual que el Edificio Salguero de 95 metros y 30 pisos (Salguero al 3000), también de Álvarez, de 2008. Los rascacielos nombrados pertenecen a la tercera generación de torres de Buenos Aires, que comienza en la década del 70. Desde ese momento es incesante su crecimiento en cantidad y en altura, impidiendo cada vez más ver el horizonte y apreciar el río.
Una torre peculiar es la Grand Bourg (Av. Figueroa Alcorta al 3000). Más que una torre es un palacete elevado de estilo francés, con sus ventanas en los tejados y sus balcones neoclásicos. Fue construida en 2006 y se adapta al entorno, constituido por varias residencias similares. Un edificio que tiene un valor sentimental es el Edificio Gelly (Gelly 3368), que se emplaza en el lugar donde funcionó hasta 1997 el viejo Canal 9 de Alejandro Romay, cuyo edificio fue demolido en 2001. Presenta una cuota de originalidad a partir de su estructura triangular.
Después llegó el turno de recorrer los palacios, algunos de ellos sedes de embajadas. Son construcciones plagadas de belleza y exquisitez que nos remiten directamente a París. En el caso de la Embajada de España (1910), ideada por el gran arquitecto alemán Carlos Nordmann, constituye una mezcla de las corrientes beaux arts y germánica. En esta misma línea se inscribe la Cancillería de España, la Embajada de Bélgica (década del 20), obra del prestigioso arquitecto Alejandro Bustillo, así como el Instituto Sanmartiniano, construido por el arquitecto Julio Salas en 1946 y que es una réplica, aunque más grande, de la casa de Grand Bourg, Francia, donde falleció José de San Martín en 1850. También puede observarse la Embajada de Chile, inaugurada en 1969, que es una fiel muestra del racionalismo arquitectónico: si bien resulta pobre desde el punto de vista estético, los espacios están manejados de forma inteligente y funcional. La estructura está un poco torcida, a propósito, para aprovechar la luz. El estilo se asemeja al del famoso arquitecto Le Corbusier.
Más allá, pueden avizorarse con claridad los cuatro gigantes volúmenes cuadrados que conforman los estudios de Canal 7, inaugurados en 1978, sobre la avenida Figueroa Alcorta. La construcción puede parecer rústica y fría pero está realizada con gran sabiduría porque cuenta con espacios inmensos, específicamente pensados para el funcionamiento de una emisora de televisión, y que se adaptan a la perfección, incluso, a los avances tecnológicos de hoy.
Otras construcciones que sobresalen por su riqueza visual son dos súper usinas ubicadas en el Puerto: Dr. Carlos Givogri y Puerto Nuevo. La primera es la que pertenecía a la vieja compañía Ítalo Argentina, su estilo es grecorromano, con dos hermosas y vistosas torres, en tanto la segunda presenta un refinado art déco.
Mientras el guía continúa su explicación de una manera histriónica y entretenida, y los visitantes formulan preguntas y acotaciones atinadas, llegamos a la Floralis Genérica, preciosa e imponente escultura metálica de seis pétalos, emplazada en la Plaza Naciones Unidas (Av. Figueroa Alcorta y Austria) e inaugurada en 2002. La obra fue donada por su autor, el arquitecto argentino Eduardo Catalano. Está realizada en acero inoxidable y tiene un armazón de aluminio y hormigón. Mide 20 metros de alto y pesa 18 toneladas. Es la única escultura con movimiento de la ciudad: los pétalos se abren de día y se cierran de noche, cuando se iluminan. Durante algunos años no funcionó pero fue reparada en 2015  y ahora podemos volver a disfrutarla.
Seguimos por la Av. Figueroa Alcorta y vemos a la Facultad de Derecho, que se levanta en toda su majestuosidad, un auténtico ícono cultural e histórico. Su estilo clasicista y su estructura rotunda representan los conceptos de justicia, saber y fortaleza institucional. La facultad se instaló en el lugar en 1949; sin embargo, el edificio se terminó de construir a fines de los 60.   
En cuanto a los espacios verdes que engalanan toda la zona, pueden contemplarse las Plazas República de Chile (Av. del Libertador y Mariscal Ramón Castilla) y República Oriental del Uruguay (Av. del Libertador entre Austria, Tagle y Av. Figueroa Alcorta).
Esta vista panorámica resplandeciente constituida por el río, las torres, los palacios, las plazas, no debe hacernos olvidar aquellas construcciones que ya no están. Por ejemplo, el Armenonville y el Pabellón de las Rosas, dos lujosos y paradigmáticos cabarets y salones de baile que funcionaron entre 1910 y finales de los años 20, cuando fueron demolidos. Estaban ubicados en la intersección de la entonces avenida Alvear –actual Av. del Libertador- y Tagle, a escasos metros entre sí. Eran dos grandes chalets señoriales, de estilo inglés, verdaderas joyas arquitectónicas. El más renombrado fue el Armenonville, donde en 1913 Gardel realizó su primera actuación importante en dúo con José Razzano, lo que luego los catapultaría a la fama. Allí tocaron prestigiosas orquestas de tango: las de Roberto Firpo, Eduardo Arolas, Agustín Bardi, Osvaldo Fresedo. También era habitual que muchas familias de alta alcurnia concurrieran a cenar a esos salones.
En las inmediaciones, desde 1923 se encontraba el estadio de River Plate, con capacidad para 25.000 personas. Estaba ubicado a la altura del actual monumento a José Artigas, erigido en la Plaza República Oriental del Uruguay. Así fue hasta 1938 cuando el club construyó su estadio definitivo, el Monumental de Núñez.
De esta manera, culmina esta visita provechosa y placentera, que contribuye a afianzar los lazos entrañables que nos unen desde siempre a Buenos Aires. Nos despedimos hasta el próximo paseo.