18 abril, 2024
En Retiro

Un paseo por la historia de nuestro teatro

Seguramente muchos porteños desconocen que el Teatro Nacional Cervantes comparte sede con una institución que cumple un papel relevante en el ámbito de la escena de nuestro país. Se trata del Instituto Nacional de Estudios de Teatro (INET), que se encuentra en la ochava de Av. Córdoba y Libertad, más exactamente en Córdoba 1199. Cuando el lugar permanece abierto, desde la calle puede apreciarse la vitrina dedicada a dos figuras fundamentales de la historia de nuestro teatro: Pepe Podestá y Florencio Parravicini. Podestá fue una personalidad destacada como actor y empresario. Empezó en el circo, se consagró con el rol de payaso de Pepino el 88, e interpretó a Juan Moreira cuando incursionó en el teatro. Parravicini provenía del varieté y se convirtió en el gran cómico argentino.

El Instituto, que tiene como misión la investigación, preservación y difusión del acervo de carácter teatral, depende de la Secretaría de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura de la Nación. La entidad cuenta con una Biblioteca, una Hemeroteca, un Archivo Documental Histórico y un Museo, especializados en teatro en general y en teatro argentino en particular. Su tarea es muy amplia: consiste en propiciar los estudios e investigaciones de la literatura dramática, del arte escénico y de las técnicas del espectáculo teatral. Asimismo realiza diversas actividades culturales, como exposiciones temporarias referidas a su especialidad, conferencias, cursos, publicaciones. Habitualmente el instituto es visitado por investigadores, estudiantes de todos los niveles educativos, público especializado y público en general que ama o le interesa particularmente el teatro.

La historia de la institución es muy rica e interesante y se cimenta en la convicción de que el teatro es un factor importante en el desarrollo espiritual de un país. El INET se creó en 1936  junto con el entonces Teatro Nacional de Comedia (actual Teatro Nacional Cervantes). Ambas entidades compartían la sede y el mismo Director General, Antonio Cunill Cabanellas. Este encumbrado dramaturgo, director y pedagogo teatral catalán fue el principal impulsor de la fundación del instituto y quien fijó los primeros lineamientos del mismo. Fue una figura esencial para la renovación y modernización del teatro argentino. En ese período asumió varios roles: además de conducir ambas instituciones, dirigía casi todas las obras que se presentaban en el teatro, que eran de su autoría. Posteriormente formó como docente en la Escuela Nacional de Arte Dramático, toda una camada de grandes actores como Alfredo Alcón, María Rosa Gallo, Inda Ledesma, Osvaldo Bonet.

Esta primera etapa fue muy productiva para el instituto y el teatro. El teatro hizo una convocatoria a actores jóvenes para formar parte del elenco que se llamaban los inscriptos, los actuales becarios. Ellos se abocaron a fichar artículos periodísticos relativos al teatro, de diferentes medios, ordenados por tema y fecha, generando un archivo de un valor incalculable.

Cunill Cabanellas renunció a su cargo en 1940 y fue sucedido por el autor dramático Alejandro Berutti. Es en diciembre de 1941, cuando fue designado Antonio Saldías –también dramaturgo- como director del INET, que ambas instituciones ya no compartieron más el mismo director y comenzaron a desarrollar sus actividades por separado.

En el período de 1943 a 1946 dos de las iniciativas más importantes concretadas por el instituto fueron la organización de un festival de teatros independientes –que fue la primera acción estatal para divulgar la labor vocacional de los teatros de aficionados- y la gran tarea llevada a cabo con respecto a la difusión del teatro para chicos, en especial del teatro de títeres. Predominaba la idea de fomentar el público infantil, por eso se difundía el teatro en las escuelas; se veía al teatro como herramienta pedagógica. A partir de 1946, con la asunción como director de Juan Ponferrada, se procuró que el teatro penetrara en el ámbito obrero.

El museo se comenzó a organizar en 1937 y se inauguró al año siguiente. Estuvo en diferentes lugares, siempre dentro del mismo edificio de Córdoba y Libertad. La exposición permanente -que puede verse en toda la extensión de la escalera- está conformada por varias fotos de Teatro Abierto, el movimiento teatral de protesta contra la dictadura que tuvo lugar en 1981 y marcó un hito en la historia de nuestra escena. En tanto, en la actualidad hay una exposición transitoria que ocupa una sola sala de las dos habituales debido a las obras de restauración del Teatro Cervantes. Esa exhibición fue inaugurada para La Noche de los Museos y continúa abierta. Se propone describir la historia del teatro en Argentina desde la colonia hasta la actualidad.

Tuvimos la fortuna de recorrer la muestra de la mano de la propia directora interina del instituto, la Dra. Laura Mogliani, quien ofició de amable guía y nos ofreció una detallada explicación y una puesta en contexto acerca de cada pieza expuesta. El museo está repleto de fotos y esculturas de actores, autores y directores teatrales de todos los tiempos. La exposición comienza con el Teatro de la Ranchería, el primer teatro de Buenos Aires, que se creó en 1783 y estaba ubicado en las actuales Alsina y Perú. Era una construcción humilde, de madera y techo de paja. En 1792 un incendio provocado por un cohete lo destruyó totalmente. Luego pasamos al sector dedicado al siglo XIX, en el cual se destacan los dos primeros grandes actores del teatro argentino: Trinidad Guevara y Juan Casacuberta. Posteriormente vimos fotos de los hermanos Podestá, quienes conformaron la primera compañía de teatro nacional, a la cual se fueron sumando talentosos actores. Se iniciaron en el circo como acróbatas y luego incorporaron representaciones teatrales gauchescas. Una maqueta de tela emplazada en el centro de la sala ilustra la carpa donde tenían lugar sus actuaciones, que eran en la arena –la parte circense- y el tablado –la parte teatral-. Entre ellos quien se convirtió en el actor más famoso de su época fue Pablo Podestá, reconocido sobre todo por sus grandes roles dramáticos.

Luego desfilaron ante nuestros ojos fotos de Olinda Bozán, Luis Arata, Mecha Ortiz, Paulina Singerman, Luis Sandrini, Niní Marshall. En el caso de Ortiz y Singerman, eran actrices formadas en el entonces Conservatorio de Música y Declamación creado en 1924; de hecho, integraron la primera camada egresada de esa institución. Se contraponían al actor nacional, popular que venía de la línea de los Podestá y que se formaba en el marco de las compañías.

También pudimos contemplar las esculturas de Roberto Arlt y Florencio Sánchez. Una pieza curiosa en este sentido es la estatua de Eva Franco a los once años, realizada nada menos que por el propio Pablo Podestá que, además de actor, era pintor y escultor. Podestá conocía de pequeña a Franco ya que los padres de la actriz trabajaban en la compañía de los famosos hermanos.

El INET, en la esquina de Córdoba y Libertad.

Hay un sector dedicado al teatro independiente, cuya primera agrupación fue el Teatro del Pueblo, creado por Leónidas Barletta en 1930. Esta corriente se proponía ser independiente tanto del teatro oficial como del comercial; buscaba tener una función social, un público proletario. Entre sus figuras observamos las fotos de Pedro Asquini, Alejandra Boero y Onofre Lovero.

Otra área del museo retrata a los actores modernos, los integrantes del elenco oficial creado por Cunill Cabanellas cuando se fundó el Teatro Nacional de Comedia en 1936: Milagros de la Vega, Iris Marga, Luisa Vehil. Por último, se dan cita los actores contemporáneos como Alfredo Alcón, Duilio Marzio, Víctor Laplace, Cipe Lincovsky. Tampoco falta una foto de Made in Lanús, la emblemática obra de Nelly Fernández Tiscornia representada en 1986 en el contexto de la incipiente democracia, que con el transcurso de los años se convirtió en un auténtico clásico.

Volviendo a la cuestión del invalorable material que posee el instituto, debe señalarse que el archivo contiene tanto fotos como manuscritos e incontables programas teatrales de todas las épocas. Para consultarlo primero se debe realizar un contacto por mail. En cuanto a la biblioteca, incluye numerosos libretos, algunos que ni siquiera fueron publicados. Está abierta de 9 a 18 y se puede ir directamente sin necesidad de una comunicación previa.

Así culminó este viaje breve pero provechoso por el sendero de la escena nacional, un trayecto hermoso donde aprendimos muchas cosas y palpamos de cerca la historia de ese arte mayor que es el teatro. Puede decirse que el instituto es de visita obligatoria por el patrimonio cultural que alberga y protege, y por ofrendar un merecido tributo a nuestros queridos actores, dramaturgos y directores.

Laura Brosio

FOTOS:

  • El INET, en la esquina de Córdoba y Libertad.
  • La Dra. Mogliani comenta los materiales del Museo.