20 abril, 2024
Arte

Museo Nacional de Bellas Artes: nuestra casa con Vincent

Por Marcela Davidson

Decidir ir al Museo de Bellas Artes, implica un acto de celebración. Allí podemos darnos el lujo de seleccionar y volver a ver obras que se van desvaneciendo en la memoria. 

La lectura visual de un espectador es distinta en cada visita. En la Sala 14 del Museo, tuve un encuentro frente al óleo “Le Moulin de la Galette” de Vincent Van Gogh. La obra fue realizada en 1886, después de la llegada del artista a Paris. Vincent sentía y lo dice y escribe: “Francia me lava el cerebro”. No recuerdo qué pensamientos tuve en el pasado cuando estuve parada contemplando ese mismo cuadro. Un cuadro puede ser el mismo pero nuestro estado anímico repercute en lo que vemos, por lo tanto no es dos veces el mismo. Sin embargo la emoción que sentí debe haber sido parecida a la del presente.

Van Gogh tiene intensidad en cada pincelada. Intensidad y frescura, vibraciones casi sonoras…. es como si se pudiera sentir su existencia mientras fue pincelando la superficie. Estos fenómenos del orden de lo sobrenatural es lo que un espectador sensible y perceptivo, puede en ocasiones, experimentar. 

Nunca podremos conocer qué pensamientos enhebraba el artista mientras pintaba.  El artista nos deja una fuente visual para que el espectador pueda pensar y cambiar su narración visual en cada encuentro con la obra. A “Le Moulin de la Galette”, esta vez le ha tocado de mi parte una lectura nueva. Fui más observadora de la pareja compuesta por la mujer y el varón. Pocas pinceladas, sintetizan a las figuras que,  planteadas a escala con el enorme molino, quedan casi desdibujadas. Ahí, exactamente ahí, está el contenido que esta vez se hizo presente. Cada uno de ellos tiene el pie descalzo y en la mano portan un zueco. Es una escena conformada por la pareja en su total igualdad.  Se han descalzado y ahora están de pie aún con un solo calzado. Denotan una escena previa, entonces ¿han estado disfrutando del descanso bajo el cielo parisino de Montmartre? Sus humildes ropajes de campesinos no les quitan la celebración de la vida. Hay acuerdo y complicidad entre esas pinceladas de Van Gogh.  La pareja resuelta compositivamente en bloque, acompaña la verticalidad del molino. Es una pareja proyectada por Van Gogh. El artista está retratando a una pareja que sale de su imaginación y posa con gracia frente al pintor. El deseo de Van Gogh es el amor bajo la flamante bandera francesa. Ese varón con barba naranja y sombrero ¿será su propio ser?  

El Arte nos reúne con la parte creativa del pensamiento. Y el Museo Nacional de Bellas Artes es una casa que tenemos abierta, con Vincent  y tantos otros creadores. 

ILUSTRACION: Le Moulin de La Galette de Vivent Van Gogh, en el Museo Nacional de Bellas Artes.