Escuela Nacional de Danzas Folklóricas: su origen
Por Josefina del Solar y Carolina Lázzaro
La enseñanza de las danzas folklóricas argentinas es hoy una actividad que se realiza en
muchos lugares en la Ciudad de Buenos Aires: centros culturales, clubes, peñas, entidades
diversas. Y también en forma oficial y con nivel universitario en la UNA (Universidad
Nacional de las Artes).
Pero esto que parece actualmente algo muy difundido: aprender a bailar chacareras, gatos o
zambas, no fue así hasta hace varias décadas, más precisamente hasta los años ‘40 del siglo
pasado. Y lo que nos lleva a comentarlo particularmente aquí es que la enseñanza de estas
danzas a nivel oficial, como una disciplina artística diferenciada y una metodología de
estudio propia, se inició, como otras cosas que hemos ido señalando en estas páginas, en el
barrio de Retiro que nos ocupa en esta publicación.
Claro que no fue un hecho repentino, y hubo una serie de factores que la favorecieron. El
interés por conocer y recuperar elementos de la cultura tradicional de nuestro país tuvo
manifestaciones desde fines del siglo diecinueve, aunque todavía en medios intelectuales,
con investigadores de lo que era una nueva ciencia, el Folklore, que abarcaba más que las
danzas. Luego el nacionalismo cultural, o dicho de otra manera la búsqueda de una
identidad para el joven país que era la Argentina y que se manifestó en la literatura, la
música y otros campos de la cultura, fue creando el ámbito propicio para el conocimiento y
la práctica sistematizada de las danzas que hoy llamamos folklóricas.
Pero seguramente el detonante para que se conocieran y se comenzara a difundir estas
manifestaciones de la cultura tradicional de nuestro país fue la presencia en Buenos Aires
de Andrés Chazarreta con su compañía de Arte Nativo, como se llamaba entonces a lo que
hoy denominamos genéricamente como folklore. El músico y recopilador, nacido en
Santiago del Estero, trajo a Buenos Aires un espectáculo con la música y las danzas que se
practicaban en el interior, presentándolas por primera vez sobre un escenario porteño en el
Teatro Politeama el 16 de marzo de 1921. Este causó sorpresa en principio por parecer algo
casi exótico en la gran ciudad, que seguramente se movía con otros ritmos musicales; pero
esa presentación tuvo en definitiva mucho éxito, con repercusión en la prensa y más
funciones de las que se esperaban.
A partir de esa irrupción de las danzas nativas en un escenario de la Capital, luego traídas
también por las migraciones internas que desde las provincias hacia Buenos Aires se dan
especialmente desde la década del ´30, se concreta una difusión más masiva de la música y
las danzas folklóricas. Esto puede rastrearse en principio a través de entidades privadas.
Surgieron así las peñas con nombres criollos donde se bailaba, y pronto también los lugares
específicos de aprendizaje.
Encontramos que aparece cada vez más definida la necesidad de darle a ese movimiento
una forma, difundir el aprendizaje de las danzas y seguramente definir también coreografías
y métodos de estudio propios. Así, en 1939 se hace la primera experiencia oficial incluso a
nivel nacional, una prueba piloto, con la creación de un curso de Danzas Folklóricas
Argentinas en el Conservatorio Nacional de Música y Declamación, entidad que dirigía el
maestro Carlos López Buchardo desde su creación, y que funcionaba en el Teatro Nacional
Cervantes, de Avenida Córdoba y Libertad. Esta primera cátedra oficial estará a cargo de
Antonio Barceló.
Pero la enseñanza de las danzas folklóricas también a nivel oficial pero ya en forma de una
carrera específica, se va a concretar en 1948, en este caso como parte de una política oficial
de apoyo a la cultura tradicional argentina. Ese año, el escritor Leopoldo Marechal, desde el
cargo de Director de Enseñanza Artística y a instancias de su amigo Antonio Barceló, crea
la Escuela Nacional de Danzas Folklóricas Argentinas. Su director será el propio Barceló,
que desarrollará a partir de entonces en la Escuela una tarea importantísima en su
especialidad, recordada aún por quienes lo conocieron o fueron sus alumnos.
Esta primera Escuela Nacional se fundó y funcionó durante varios años en el edificio de
Quintana 31, es decir en las conocidas Cinco Esquinas de Retiro. Otorgaba el título de
Profesor Nacional de Danzas Folklóricas Argentinas. En ese mismo año 1948 se crearon
allí los cursos infantiles de Danzas Folklóricas Argentinas. Algo después, en 1950, la
sección Danza Clásica del Conservatorio Nacional se integra a la sede de Quintana 31, que
pasa a denominarse Escuela Nacional de Danzas, siempre bajo la dirección de Barceló.
Con el paso del tiempo hubo una serie de cambios en la ubicación y la estructura de la
Escuela Nacional de Danzas hasta llegar a la actualidad, en que integra la Universidad
Nacional de las Artes ya mencionada, lo que ya es parte de una historia más extensa que lo
queríamos recordar aquí.
FOTO: El edificio de Quintana 31, en las cinco Esquinas, en una foto hacia fines de los
años ‘40.