28 marzo, 2024
Entrevistas

La industria naval argentina en las páginas de un libro

Por Josefina del Solar

Ingeniero Sergio Rodríguez Zubieta

“Es la historia de un astillero y de la familia que lo componía”, resume el ingeniero Sergio Rodríguez Zubieta. Se refiere así a su libro: “Astilleros Alianza. Cuando la Argentina exportó grandes buques al mundo”. Y después de conocer la obra puede decirse que sí, que de eso se trata, pero también que es mucho más que eso. Es una historia de la industria naval argentina que toma como eje el nacimiento y desarrollo de los Astilleros Alianza, en lo cual el padre del autor, el también ingeniero Héctor Rodríguez Zubieta, tuvo un papel protagónico. Pero que, vinculada con los diferentes momentos de la historia política del país, esta obra, además de su excelente presentación editorial, aporta significativamente al conocimiento de aspectos poco difundidos de una industria que tuvo su auge y también fue afectada, como tantas otras cosas, por cambios significativos en el país y en el mundo.

Rodríguez Zubieta busca en estas páginas, además de reunir datos de gran interés para investigadores y estudiosos pero también para el público interesado en los temas del país,  encontrar respuestas para diversos interrogantes que plantea lo referido a la industria naval en la Argentina. Sobre todo eso conversamos con él en una entrevista reciente.

¿Cómo resumiría el contenido de su libro?

– Diría que es la historia de un astillero y de la familia que lo componía. La primera parte explica cómo lo construyeron, cómo reunieron los fondos. La segunda parte demuestra la tenacidad con que lo llevaron adelante y cómo el astillero logró ser el más eficiente de la Argentina, competir con otros astilleros internacionales y ganar por precio, no porque había subsidios especiales ni nada por el estilo. Y  la tercera parte explica por qué la industria se fue muriendo lentamente en los años ´80 y la crisis que enfrentaron. Después hay una última parte en la que hago un análisis de si estuvo bien o mal que hubiera una industria naval. Y el resultado fue positivo. Yo estoy convencido de la que industria fue muy sana, muy buena, y que merecía la oportunidad de seguir viviendo. Pero después en el fondo, al final uno consigue entender por qué desaparece la industria naval en la Argentina.

Y ¿cómo se le ocurrió o por qué llegó a escribir este libro?

– Hace 6 años se celebraban los 50 años del Consejo Profesional de Ingeniería Naval, y del Canal de Experiencias “Edmundo Manera” de la Facultad de Ingeniería de la UBA, y empezó toda una serie de eventos para recordar la historia de los astilleros. Ahí me di cuenta de que no se hablaba de Alianza. Pregunté por qué, “y, porque nadie sabe nada”,  me dijeron. Entonces empecé a investigar y me di cuenta de que yo tenía mucha información porque era información de mi familia, de mi padre. Y dije: voy a empezar a escribirlo y que la gente se entere. Porque de lo que uno investiga por internet surgen muy pocas cosas, hay un desconocimiento total de lo importante que fue esa industria para ese momento en la Argentina. Principalmente en los años ´80. Yo me refiero del ‘80 al ’86. Ahí empieza la debacle, en el ´86.

Por lo que ud. dice, no hay un repositorio de datos específico que pueda facilitar la búsqueda de información…

– Hay que hacer mucha investigación en bibliotecas, que fue lo que hice, en la Biblioteca  del Centro Naval, la del Centro Argentino de Ingenieros, allí encontré mucha información histórica. Después a la Hemeroteca Nacional, a revisar diarios. Hay que hacer mucho trabajo de investigación, que es lo que tiene este libro. Un historiador de Rosario me dijo que este libro es el puntapié inicial para que otros historiadores empiecen a investigar más profundamente algunos aspectos que surgen.

Es que el tema en sí es muy importante. Está referido en principio a una rama de la industria pero se vincula con aspectos de la economía en general, del trabajo, del transporte de mercaderías, es decir se vincula con diferentes aspectos ¿verdad?

– Si. Yo siempre digo lo mismo cuando me preguntan cuál es la crisis de la industria naval: un barco es la obra de ingeniería móvil más grande que construye el hombre, y por tanto la más cara. Ahora, es importante porque el barco es el que hace el comercio y el comercio es el que hace que la humanidad crezca. Y que haya globalización, porque por más que no nos guste, la globalización es lo que hace que el mundo sea más grande. Y todo eso es gracias al comercio, gracias a los barcos, y gracias a los hombres que los construyen. Así que el libro va tocando todos estos temas, incluso cómo fue que a raíz de las guerras mundiales la Argentina se fue dando cuenta de que necesitaba astilleros y una marina mercante propia. Porque con las guerras mundiales desaparecían los barcos, eran confiscados y no había cargas ni para sacar de Argentina ni para traer. Así fue como nació ELMA por ejemplo. Y después en los años ‘50 se decide construir los grandes astilleros. Alianza se llama astilleros así en plural porque en el año 1959 se unen 3 astilleros chicos que había en la zona, se unen para complementarse con sus obras. Y eso es lo que digo que hoy se debería hacer. Hoy hay 17 astilleros chicos en el país que tendrían que complementarse más, uniéndose para poder hacer obras más grandes  o financiar las obras.

Y ¿cuál considera ud. que fue la causa principal de esa caída de la industria naval?

– Siempre ha sido el financiamiento. La palabra clave para esta industria ha sido financiar. Un barco de los más chicos cuesta 10 millones de dólares y los más grandes pueden costar 60 millones de dólares. Entonces armar la estructura para financiar eso es muy complejo, Por eso a partir del ministro de economía (Juan V.) Sourrouille comienza una teoría de los economistas que dice que hay que apoyar a la industria automotriz porque genera puestos de trabajo. Y además los autos valen 30 o 40 mil dólares, es decir la gente los puede pagar, en cambio en el caso de los barcos es muy complejo armar su estructura de financiamiento. De hecho en Argentina, ELMA cuando anuncia en el año ‘62  un plan de construcción de 8 barcos, diciendo que varios de ellos serían construidos en la Argentina, terminan construyendo los 8 en Yugoslavia, todo por el financiamiento. Entonces, qué pasó puntualmente a partir del ´86: que no había crédito, la Argentina estaba en una crisis grande, había hiperinflación, y los dólares que entraban por las exportaciones de barcos el Banco Central los convertía en bonos que les daba a los astilleros con 6 meses de atraso, con lo cual no se podían pagar los sueldos, no se podía financiar, y los astilleros entraron en una vorágine negativa por la que Astarsa, Alianza, muchos astilleros grandes comenzaron a cerrar por culpa de esa cuestión financiera.

Y en este momento ¿cómo es la situación puntual de la industria naval en el país?

– En este  momento sigue siendo el financiamiento un gran problema. La ley actual que salió el año pasado prevé un reconocimiento de la hipoteca naval más importante que antes. La hipoteca naval estaba en último grado entonces nadie sacaba un préstamo a un barco porque en la hipoteca el que había prestado era el último que veía la plata. Ahora mejoraron el nivel de la hipoteca  naval. Sigue teniendo un problema y es que compite contra la importación de barcos usados. Los armadores argentinos, dicen bueno, si ustedes quieren que yo mejore los fletes déjenme que yo importe un barco usado que tiene 5 años, sin pagar impuestos, entonces yo bajo los fletes. Pero claro, imagínense si las fábricas de autos compitieran contra autos usados qué pasaría, que cerrarían las fábricas de autos. Entonces hoy la industria lo único que puede hacer es exportar. Y de hecho lo están haciendo, pequeños barquitos se están exportando. Pero sería mejor si hubiera una organización que permitiera el financiamiento y se lanzara toda la industria naval a exportar pesqueros, barcazas, lanchas, y después por qué no, petroleros. Siempre hay un mercado local, no es que Asia es el único constructor de barcos del mundo. Hay mercados locales que pueden comprar barcos argentinos.

Pero el tema también está vinculado, como decíamos antes, con el transporte de mercaderías. ¿Ha habido cambios en ese sentido, que puedan haber incidido en esto?

– Yo creo que cambios así a nivel mundial no. La hidrovía es un gran cambio. Hoy todo el mundo se queja de que la hidrovía no da abasto, pero todo el mundo se olvida de que antes de los ‘90 la hidrovía era insignificante. A raíz de los cambios que se hicieron en los años ‘90 la hidrovía multiplicó por 10 su capacidad. Y hoy sí, hoy se encuentra limitada pero puede aún crecer mucho más. La hidrovía es una autopista que usan Paraguay, Bolivia, y que podría usar Brasil, que aún no la está considerando pero que podría usar para bajar sus cargas. Así que la hidrovía es un gran mercado. Y después el mercado mundial sí, hay mucho comercio con Asia que hace que Chile por ejemplo tenga una naviera muy importante, una empresa marítima muy grande, y bueno, esos son clientes para comprar barcos.

En lo histórico, referido a la industria naval podría decirse que en Buenos Aires a fines del siglo diecinueve, había una cantidad de astilleros que fabricaban los que serían seguramente barcos pequeños. Pero me parece que hay entonces una tradición local en esa industria. Y que por supuesto su desarrollo habrá tenido que ver con las necesidades de un comercio que creció por esa época. ¿Es así? 

Si, vea ud. que Garay, cuando funda Buenos Aires, es porque necesitaban un lugar para reparar barcos. Buenos Aires nace como astillero.

Y su obra ¿se vincula también con el aspecto del trabajo humano?

– Sí. Los astilleros son empresas familiares. Y la unión que hay entre los empleados y los propietarios es muy particular. De hecho Alianza se caracterizaba por ser como una gran familia. Y en este tema los sindicatos de obreros navales de la zona de La Boca fueron muy cooperativos, había mucha unión entre todos. Y  tanto trabajadores como propietarios luchaban por los mismos objetivos. El libro toma también un aspecto humano y sirve para los estudiantes, para entender  cómo organizar una empresa de una forma un poco más humana, más social, y no tan robótica. Eso es algo que yo quiero remarcar también. La industria naval es una industria en la que el 40% del valor de un barco es mano de obra. Y acá no hay robots soldando como en un auto, son todas horas-hombre de personas. Y es artesanal de alguna forma. Por eso todos se apasionan. Cuando uno empieza a meterse no puede evitar apasionarse, cuando ve un barco no puede evitar amar al barco y querer navegar.

Y que propone usted en su trabajo como posible solución para que crezca nuevamente una industria tan importante?

– Yo propongo dos cosas: hay que organizar la forma de financiar la construcción de los barcos, que todavía no está resuelto, ver cómo se puede armar el sistema de garantías para los bancos que permitan garantizarle al que presta el dinero que tanto el armador va a devolverlo con fletes o el astillero va a entregar el barco. Y después para mi esta es una actividad de comercio exterior, por tanto los astilleros tendrían que estar exentos del IVA por ejemplo, y habría que devolverles el IVA más rápido, porque no puede ser que yo haga un barco para un armador peruano o colombiano y el IVA me tarde dos años. Habría que ayudar entonces un poco en ese aspecto, porque como es una actividad de exportación no es un subsidio especial ni nada de eso. Y después ver cómo lograr que todos los barcos, no importa su bandera, tengan el mismo trato en el país, en los puertos. Porque si no, empiezan las conveniencias que hacen más atractivo navegar con una bandera  de Liberia o de Paraguay que con una bandera argentina. Y eso saca motivación a los armadores, a los navieros argentinos de querer usar los astilleros y la bandera argentina.

¿Y qué papel le otorga al Estado en todo este tema?

– Yo creo que el Estado tiene que trabajar. El Estado se limita a sacar leyes prohibiendo o decidiendo, y la verdad es que no está haciendo los controles que tendría que hacer. Es decir regula pero no trabaja, y yo creo que el Estado tiene que ser hoy una herramienta para ayudar a que las cosas pasen y no para entorpecer.

Y por último ¿qué entiende usted que aporta su trabajo al conocimiento del tema en general a la historia económica del país en particular?

– Yo espero que el trabajo aporte la idea de que la industria naval funciona, que sirve y que fue un error haberla dejado de lado. Que genera mano de obra y que el país puede reflotar nuevamente. Y yo creo que reflotando esta industria se pueden construir barcos pesqueros que refloten a la vez la actividad pesquera, y que permitan que aumenten las exportaciones. La Argentina, como dice el presidente, necesita exportar más. Y tenemos que hacer todo para exportar. Espero que este libro nos sirva para entender eso. Para ver que los problemas financieros se generan por la falta de divisas, y que construir barcos hoy no es imposible.

FOTOS:

  • El libro sobre Astilleros Alianza significa un gran aporte a la historia de la industria en el país.
  • Ingeniero Sergio Rodríguez Zubieta